Hoy en día, todas las empresas tienen presencia digital y para la mayoría esto es el centro de su actividad económica. Desde un e-commerce que recibe pedidos a diario hasta un simple formulario de contacto, todo depende de que la web esté disponible y responda rápido.
Sin embargo, por falta de recursos, las pequeñas y medianas empresas siguen experimentando microcortes, lentitud inesperada, formularios que de vez en cuando “no cargan” o caídas que duran segundos… pero que se repiten. Y si se quiere solventar esto, el proveedor pide más dinero por mantenimiento alegando “más seguridad” o que tu web necesita “más mantenimiento”.
Y en la mayoría de los casos, el problema no es un ataque: es la falta de un plan de disponibilidad.
El problema oculto: una web funciona… hasta que deja de funcionar
La mayor parte de las pymes confía en que “si la web está en un buen hosting, estará bien”. Pero la realidad es que, a medida que una empresa crece y empieza a depender más de sus servicios online, los fallos dejan de venir del servidor y empiezan a venir del volumen y tipo de tráfico.
Los cuellos de botella más comunes son:
Microcortes invisibles para la empresa, pero no para el cliente: Un segundo de desconexión puede romper un carrito de compra o una sesión.
Aumentos de latencia cuando sube la demanda: La web responde, pero tarde y la confianza del usuario baja.
Falta de distribución de carga: Un solo servidor absorbe todo el tráfico.
Picos legítimos que parecen errores técnicos: Envíos de newsletters, campañas o promociones pueden saturar la web.
Cuando la infraestructura no está preparada, estos fallos se acumulan y aparecen justo en los momentos más críticos: campañas, picos de ventas, envíos de newsletters, nuevos lanzamientos o periodos de mayor actividad.
Lo que suele fallar: control del tráfico
Estos errores no vienen por falta de seguridad, sino por falta de control sobre cómo entra y se gestiona el tráfico. Al revisar los casos más comunes, casi todos comparten los mismos problemas estructurales:
Un único servidor como punto único de fallo.
Sin mecanismos de distribución o balanceo inteligente.
La infraestructura “aguanta como puede”, pero no está diseñada para escalar.
Con este escenario, la web reacciona como puede, no como debería. Para garantizar disponibilidad real, incluso una pyme necesita saber cómo entra el tráfico y cómo se reparte. Sin eso, los problemas seguirán apareciendo justo cuando más duele: campañas, lanzamientos o periodos de mayor demanda.
Un load balancer gratuito y open source
No hace falta replicar la infraestructura de una gran empresa para mejorar la disponibilidad. El primer paso es disponer de una herramienta que distribuya el tráfico de forma inteligente y evite que un único servidor sea el punto débil del sistema.
En este punto encaja la Community Edition de SKUDONET, un software gratuito y de código abierto pensado para entornos en desarrollo, pequeñas plataformas o proyectos que necesitan una primera capa de control sin aumentar los costes.
A diferencia de otras opciones open source, incluye funciones que normalmente solo se encuentran en soluciones de pago:
Una interfaz web sencilla, que permite gestionar la configuración sin comandos ni complejidad técnica.
Protección integrada para aplicaciones web (Web Application Firewall), capaz de identificar solicitudes anómalas o potencialmente maliciosas antes de que lleguen al servidor.
Distribución avanzada del tráfico, para repartir la carga entre varios servidores.
Es una forma accesible de estabilizar una plataforma web, reducir incidencias y mejorar tiempos de respuesta sin invertir en hardware adicional ni software de pago. La Community Edition puede descargarse de forma gratuita desde plataformas de confianza como SourceForge.
Y si la infraestructura crece o se vuelve crítica, SKUDONET cuenta con la versión Enterprise Edition, diseñada para entornos que requieren inspección profunda, seguridad avanzada y alta disponibilidad completa.
La disponibilidad no depende solo de tener “un buen hosting”, sino de contar con una infraestructura que pueda repartir carga, absorber picos y evitar que una caída puntual se convierta en un problema visible. Dar ese primer paso no requiere grandes inversiones, basta con añadir una capa de control que permita entender y gestionar mejor el tráfico de la web.
