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Tecnología y educación, ¿aliados o enemigos?

Aunque España se sitúa por debajo de la media del resto de países europeos en lo referente al uso de la tecnología en los colegios, tal y como se puede...

Aunque España se sitúa por debajo de la media del resto de países europeos en lo referente al uso de la tecnología en los colegios, tal y como se puede extraer del informe de Qustodio, cada vez existen más “negacionistas tecnológicos” que rechazan los dispositivos electrónicos en el ámbito de la educación ¿Cuáles son las razones?, ¿qué dicen los expertos?, ¿cómo afecta no solo al desarrollo y aprendizaje, sino a la visión?

Los efectos de las pantallas en la salud

Son varios los estudios que aseguran que la cantidad de horas frente a las pantallas está directamente asociada con la obesidad, la mala calidad del sueño y la miopía. Además, según una investigación realizada en Canadá, los niños en edad preescolar que utilizan la pantalla durante más de dos horas al día tienen ocho veces más probabilidad de sufrir trastorno de déficit de atención con hiperactividad.

Por otro lado, aunque la American Academy of Ophthalmology no tiene recomendaciones específicas en cuanto a la cantidad de tiempo recomendada para el uso de dispositivos electrónicos por parte de los niños, un informe publicado en su revista Ophthalmology ofrece evidencia de que al menos una de las razones del aumento de la miopía en el mundo se debe precisamente al uso de las pantallas y, como consecuencia, la disminución del tiempo dedicado a activades al aire libre.

Además de la miopía, los niños que pasan demasiado tiempo frente a las pantallas también experimentan cansancio ocular con otros síntomas como prurito ocular, visión borrosa, ojo seco e incluso dolor de cabeza. Efectos transitorios que se producen ya no solo con el uso abusivo de los dispositivos digitales, sino también cuando se realiza cualquier tarea que requiera visión de cerca durante un periodo prolongado de tiempo.

En estos casos, los expertos en salud visual recomiendan lo que se conoce como la regla 20-20-20 que es asegurarse de parpadear con frecuencia cada 20 minutos, enfocando de forma monocular un objeto a 20 pies. Romper la binocularidad para evitar efecto de la convergencia y centrarnos solo en relajar el enfoque monocular a un objeto a 20 pies (cuatro metros) durante 20 segundos, con el objetivo de que los ojos descansen y se relajen.

Pantallas en el ámbito educativo

Pero ¿qué sucede cuando además del tiempo que los niños pasan frente a las pantallas en casa o durante su tiempo libre, se suma el uso que hacen de los dispositivos en el colegio? Aquí el debate está abierto entre los que abogan porque son herramientas con un potencial muy valioso para mejorar la experiencia educativa; y, los contrarios a ellas, porque dañan la creatividad y facilita el esfuerzo de “no pensar”. Lo que está claro es que es un debate que ha venido para quedarse y que la clave es enseñar a los niños cómo hacer un uso seguro y responsable. 

Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), se puede implementar el uso de aplicaciones en las aulas con una finalidad concreta siempre y cuando estas hayan sido avaladas por estudios científicos que se hayan llevado a cabo con una muestra suficiente de usuarios y con un grupo control para determinar si aporta una mejora en el aprendizaje respecto a lo ya existente.

Además, ofrece las siguientes recomendaciones:

Las aplicaciones deberían especificar el tiempo de uso que precisa el alumno para realizar la actividad propuesta y establecer mecanismos automáticos para evitar el exceso de exposición e informar de que el tiempo total diario de pantalla no supere al recomendado por las sociedades científicas por los riesgos potenciales: sin contacto antes de los 2 años, menos de una hora al día entre los 2 y los 5 años e inferior a las 2 horas a partir de los 5 años.

Que los dispositivos sean propiedad del centro escolar, configurados para evitar el acceso a contenidos inadecuados, con cuentas específicas para su uso exclusivamente docente, con el objetivo de disminuir los riesgos de acceso a información inadecuada para la edad, y asegurar a su vez el acceso a los dispositivos a todos los alumnos del centro.

Es necesario eliminar los juegos de las aplicaciones con finalidad educativa, las estrategias relacionadas con la gratificación inmediata o cualquier mecanismo que favorezca comportamientos adictivos o el uso excesivo de pantalla.

Pantallas y salud visual

Por su parte, el Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas advierte que “el uso abusivo e incontrolado de dispositivos electrónicos como móviles o tabletas aumenta el riesgo de sufrir miopía en niños”. Estas son las razones:

La focalización de la visión en dispositivos electrónicos favorece la visión tubular, lo que provoca mayor estrés y fatiga visual y estimula la aparición y progresión de la miopía.

El sistema visual de los niños se encuentra aún en desarrollo y es más sensible al brillo de la luz. La exposición a las pantallas puede provocarles dolores de cabeza, estrés y fatiga visual e irritación ocular.

Otro de los motivos es que al enfocar constantemente la visión a distancias cercanas, como sucede al mirar las pantallas, los músculos oculares pueden volverse más rígidos y tensos. Como consecuencia, pueden desarrollar problemas de enfoque.

Cuando los niños están absortos en el uso de pantallas, parpadean con menos frecuencia de lo habitual. El parpadeo es esencial para lubricar los ojos y mantenerlos hidratados. La disminución del parpadeo puede llevar a una mayor sequedad ocular, irritación y sensación de picazón, contribuyendo a la fatiga visual.

En definitiva, el debate sobre el uso de las pantallas en niños y, más concretamente en el ámbito educativo, ya está abierto y es un debate que va para largo. Lejos de posicionarse de un lado u otro, los expertos en contactología avanzada como Avanlens recomiendan hacer un uso responsable y seguro de cualquier dispositivo electrónico y acudir al especialista al menos una vez al año para revisar la visión y evitar el avance de la miopía en los más pequeños.

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