Según algunos estudios un amplio porcentaje de los seguidores de políticos españoles en twitter son falsos, entre un 33% y un 10%
Una de las premisas del marketing en el día de hoy es la presencia en las redes sociales, y esto afecta tanto a empresas, marcas, y personas famosas o políticas que cuidan su reputación.
Aquí uno de los puntos más importantes es mantener el debido equilibrio entre número de seguidores y la calidad o influencia de los mismos. Además, redes sociales como Twitter o Instagram probablemente tengan una repercusión social mayor por su volcado casi instantáneo como noticia en medios de comunicación, mientras la presencia de Facebook de la marca, empresa o famoso sea más transversal o llegue a un público más amplio directo.
Teniendo claro que hay que estar, y eligiendo dónde en que canales o redes sociales se está, uno de los primeros objetivos es conseguir una masa importante de seguidores. Aquí aparece la pregunta principal que muchos se hacen: los seguidores o followers ¿nacen o se hacen?
Según algunos estudios un amplio porcentaje de los seguidores de políticos españoles en twitter son falsos, entre un 33% y un 10%. Así el perfil con más seguidores falsos sería el de Soraya Saénz de Santamaría, y el que menos el de Gabriel Rufián, con cerca de un 10%. También llamativo es el caso de Donald Trump, donde esa porcentaje podría llegar al 50%, según datos publicados hace algunos meses en la prensa. Esto pese a todo, no implica que se haya realizado una compra de seguidores en ese porcentaje, sino tan solo que los mismos no son quien dicen ser.
La respuesta lógica es mantener la coherencia de la empresa, marca o famoso, y aunque el comprar seguidores está a la orden del día, aunque no se reconozca pública, no debe ser la única respuesta, ni seguramente la mejor para conseguir repercusión.
En todo caso si una red social destaca por dar importancia al número de seguidores es Instagram. Y es que existen lugares para encontrar seguidores de Instagram y lo hacen con gran eficacia.
Este es un tema siempre polémico, y donde como todo, el sentido común debe imperar porque como ya hemos dicho antes no es cuestión de cantidad, sino de calidad, y combinarlo muy bien con la estrategia de marketing que se vaya a realizar. El sentido común, a veces es el menos común de los sentidos, y por eso el gasto se debe hacer siempre con prudencia y comprobando los resultados.
Cabe aquí recordar el caso de una pequeña empresa que invirtió 20.000 euros en pagar a un Youtuber para que vendiera una marca. El retorno en las ventas fue muy escaso, seguramente porque el tipo de público al que iba enfocado no era el objetivo de venta, o porque el canal escogido no era el más adecuado, entre otros motivos.
A modo de resumen: cantidad no es sinónimo de calidad, aunque es imprescindible tener una mínima masa crítica. Tampoco hay que dejarse engatusar por la supuesta bondad en sí misma de las redes sociales y conviene comprobar resultados y tener los objetivos claros antes de gastarse fortunas sin un destino definido.