La arquitectura y los relojes tienen puntos en común que Asier Mateo, pamplonés y arquitecto por la Universidad de Navarra, ha conseguido unir. Tras terminar sus estudios en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, decidió especializarse como consultor de iluminación. Pero, después de vivir en París y Nueva York y trabajar en estudios de iluminación arquitectónica de prestigio, se dio cuenta de que no quería dedicar toda su vida profesional a este ámbito.
Fue entonces cuando afloró esa pasión que ya presentaba cuando era estudiante de Arquitectura por los objetos con un diseño atemporal y de gran durabilidad y por los relojes: “Empecé a estudiarlos y a adquirir algunas piezas con diseños icónicos como los Braun de Dieter Rams o los Junghans de Max Bill. La afición aumentó con el tiempo hasta la creación de Lebond. De hecho, el nombre de la marca viene del Le Bon Design (en francés, “el buen diseño”)”, cuenta Asier. Con su marca, Lebond, crea relojes exclusivos para amantes de la relojería y la arquitectura mediante colaboraciones con prestigiosos arquitectos.
La vuelta de Nueva York supuso para él un cambio de etapa. Tenía la ilusión de abordar nuevos retos y muchas ideas rondaban por su cabeza. Un viaje a Suiza y una tabla de paddle surf le inspiraron para poner en marcha su proyecto: “Era verano y visité con mi familia a mi hermana Ana, que residía en Suiza. Estábamos haciendo un picnic en Vevey, en la orilla del lago Lemán, muy cerca de la Villa Le Lac que Le Corbusier construyó para sus padres en 1923. Mi hermana se había comprado una tabla de paddle surf y decidí probarla por primera vez. No se me dio muy bien, pero se me ocurrió la idea empresarial que consistía en combinar mis dos pasiones: arquitectura y relojería. Contrataría a los mejores arquitectos del mundo para diseñar relojes que se producirían en Suiza y se venderían en todo el mundo. Al salir del agua, comenté la idea con mi familia y les entusiasmó. Tras dejarlo reposar unos meses y estudiar la viabilidad, decidí crear Lebond”.
Al comienzo, como en todo proceso empresarial, tuvo inconvenientes, pero también destaca las ventajas: “Fue muy ilusionante. Todo estaba por hacer, por lo que no había ataduras y sí total libertad. Soy consciente de que una buena idea con una mala ejecución no funciona, por lo que decidí contratar a muy buenos especialistas que me ayudaron a consolidar la base de la marca (naming, branding, registros de marca, web, marketing, proveedores…). Por supuesto, fue esencial el primer arquitecto de Lebond: el portugués Álvaro Siza. He conocido a profesionales muy destacados de los que he aprendido mucho y algunos se han convertido en amigos”.
Dibujo que el arquitecto Álvaro Siza regaló a Asier Mateo
Fue con Álvaro Siza con quien diseñó su primer reloj: Lebond Siza. Después, también colaboró con el arquitecto portugués Eduardo Souto de Moura, con el que creó Lebond Souto Moura. Asegura que, aunque ya no sea posible, sin duda hay un arquitecto con el que le hubiese gustado colaborar y, de alguna forma, estuvo presente en aquel momento de inspiración que vivió en las vacaciones en Suiza, mientras se lanzaba a probar el paddle surf: Le Corbusier. “Me gusta mucho su arquitectura revolucionaria, pero también valoro enormemente su legado como diseñador, pintor y teórico. Era una mente privilegiada que, seguro, hubiese diseñado un Lebond Lecorbu impresionante. Además, nació en La Chaux-de-Fonds, considerada la cuna de la alta relojería suiza y muy cerca de donde se producen nuestros relojes”, explica Asier Mateo.
En cuanto a próximos arquitectos con los que le gustaría colaborar, se le pregunta por algún navarro: “Mis arquitectos favoritos navarros son el maestro Rafael Moneo, Patxi Mangado y Pereda-Pérez. Sin embargo, siendo honesto, lo que más ilusión me haría es colaborar en un futuro con arquitectos que estudiaron en mi promoción de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, como Moest y FILO, que están haciendo unos proyectos muy interesantes y les auguro una excelente trayectoria”.
“La arquitectura y la relojería de nivel son disciplinas que requieren de maestría en composición, proporciones y elección de materiales. Además, la luz es primordial en la percepción de los edificios y los relojes”, dice Asier. Por lo tanto, su experiencia en el mundo de la iluminación arquitectónica también le ha ayudado mucho con sus diseños. Esa relación entre las dos disciplinas en Lebond llega al punto de que “el proceso de diseño de los relojes se estructura de manera muy similar a cualquier proyecto de arquitectura”, asegura el arquitecto.
En la primera fase, el comienzo de la creación, el arquitecto elegido para la colaboración define el concepto y la esencia del reloj. “Este primer paso se documenta a través de hermosos bocetos a mano que ilustran el origen del reloj”, explica Asier. Una vez definido el concepto, el equipo de diseño inicia la fase de creación de planos, renders y maquetas volumétricas del reloj. “Después, los ingenieros y relojeros suizos preparan los planos técnicos precisos y construyen relojes impresos en 3D. Este paquete denominado se presenta al arquitecto para su aprobación”, continúa. En la parte final del diseño, Lebond fabrica prototipos completamente funcionales para realizar pruebas y comprobar que el reloj es perfecto y listo para la producción.
En todo este proceso, además de unir esos puntos en común que tienen la relojería y la arquitectura, también se ponen sobre la mesa las características que comparten Asier y su marca: “Asier es ambicioso, perfeccionista y lo suficientemente loco como para crear una marca de relojes suizos diseñados por arquitectos. Lebond tiene bastante de estos tres atributos”, afirma.
Loco o no, Asier tiene la previsión de lanzar un reloj al año para aumentar la colección y satisfacer a los coleccionistas. “Además, si Lebond evoluciona como esperamos, tenemos un proyecto paralelo a los relojes muy ambicioso e ilusionante más ligado a la pura arquitectura que desarrollaremos en el futuro. Pero esto daría para otra entrevista, ¡así que mejor os invito a seguirnos en redes sociales para estar al día de las novedades”, dice el arquitecto.
Al preguntarle por la competencia de los smartwatches en el mercado, asegura que es inexistente: “Los relojes analógicos son objetos totalmente diferentes. Es increíble las funcionalidades que han adquirido los smartwatches pero, personalmente, me parece que te hacen estar demasiado conectado (considerando que ya tenemos el smartphone). Hay momentos en los que uno quiere y necesita desconectar de lo digital, y ponerse un reloj mecánico en vez del smartwatch ayuda. En la actualidad, los relojes mecánicos han perdido funcionalidad para ganar en valor sentimental y romanticismo. Para cada persona, sus relojes tienen un valor intangible que les evoca a momentos especiales de sus vidas, además de ser objetos bellos que dan la hora”.