Desde 2014 a 2016 se redujeron en un 22% el número de personas con bajos ingresos
Según los datos publicados hoy de la Encuesta de Necesidades y de Inclusión Social (ENIS)realizada por el NASTAT en el año 2016, el 85% de las personas con bajos ingresos de Navarra que se encontraban en paro y a las que no se les había realizado una oferta de empleo el último año, se incorporarían a un empleo en el plazo de 15 días en el caso de recibir una oferta. En el estudio, también sobresale que el 22,6% de las personas entrevistadas en el año 2016 respecto a las que en 2014 tenían bajos ingresos, ya no participarían en la muestra, por haber superado los 10.279€ anuales.
La mencionada encuesta, fruto de un acuerdo entre el Observatorio de la Realidad Social y el NASTAT en las que se analiza la situación y evolución de las personas que en el año 2014 tenían bajos ingresos en Navarra (personas residentes en viviendas cuya Unidad de Consumo, según renta, era inferior a 10.279 euros al año), alcanza un universo de 58.340 viviendas y 165.083 personas. Esta cifra es la que marcaba la tasa de riesgo de pobreza de Navarra en el año 2014, que era el 24,2% sobre el conjunto de la población.
El objetivo de esta encuesta es conocer información sobre las necesidades y problemas de las personas y hogares en riesgo de pobreza, así como identificar los posibles perfiles y casuísticas. Los ámbitos temáticos abordados fueron: Educación y estudios, Empleo y Desempleo, Ingresos y gastos del hogar, Salud, autovalimiento y necesidades específicas de inserción, Vivienda y entorno, Servicios Sociales, Relaciones sociales y participación cívica y política, Infancia y Vida pasada (Transmisión intergeneracional de la pobreza).
La peculiaridad del análisis hoy presentado es que la encuesta ha derivado en una investigación estadística mixta. Así, los resultados se han cruzado con bases de datos de registro correspondientes al año 2016 (Paro registrado, Perceptores de Renta de Inclusión Social-Renta Garantizada, Grado de discapacidad valorado y Alta en la Seguridad Social), así como también se han comparado con otras encuestas que ofrecen datos similares o complementarios: Encuesta de Población Activa (EPA), Encuesta Social y de Condiciones de Vida de Navarra (ESyCV) y Encuesta de Condiciones de Vida (ECV).
Según revela la encuesta, el 31% de las personas de bajos ingresos y desempleadas entrevistadas recibieron una oferta de trabajo en los últimos 12 meses. De las ofertas, el 57% culminaron en una contratación. Del resto, el principal motivo por el que la oferta de empleo no cristalizó fue porque en el proceso la persona no fue seleccionada (un 31,1% de los casos que no terminaron en contratación).
El trabajo estadístico profundiza también en los perfiles de formación, así como en otras circunstancias de las personas que cuentan con pocos ingresos. En este sentido, cabe destacar los altos porcentajes de población con estudios primarios incompletos o menos y con solo educación primaria respecto al total de la población. El 17,6% de este sector de población tiene formación en educación primaria incompleta o menos (por un 3,9% del total de población en edad de trabajar); un 31,4% tiene educación primaria (frente a un 15,8% del total de población); un 8,1% tiene un grado medio de Formación Profesional (o FP1); un 14,5% de las personas están tituladas en FPII o Grado Superior y un 11,6% poseen titulaciones superiores. Además, los datos explican que en el 36,6% de estas personas se produjo un abandono temprano de la formación, aunque un 22,1% manifiesta interés por retomarla.
Por sexos, el 53% de las personas que viven en hogares con bajos ingresos son mujeres; el 24% tienen menos de 18 años; el 20,4% de los casos no tienen nacionalidad española de origen y se recoge un 7,2% de personas con algún tipo de limitación.
El paro, causa fundamental de la falta de ingresos
El paro es la causa más recurrente de vulnerabilidad. Así, en el 43,8% de los hogares con bajos ingresos no hay personas ocupadas. Es muy resaltable que la tasa de desempleo de estas personas (siguiendo los criterios de la EPA) es del 24,9%, muy por encima de la calculada para el conjunto de la población navarra (10%).
Otro factor que incide es las limitaciones en alguno de los miembros del hogar, que afectan al 17% de los casos computados; en un 16% de los hogares hay personas de más de 80 años y en el 10% de los casos se trata de hogares monoparentales con hijos o hijas menores.
De quienes tienen trabajo, pero figuran en el sector de población con bajos ingresos, el 25,6% trabaja por cuenta propia y el 64,4% por cuenta ajena. En todo caso, la precariedad de sus empleos es una característica muy común. Por ejemplo, el 36,8% de los trabajadores asalariados trabajan a jornada parcial (un 32,2% de los cuales de manera involuntaria). En cuento a la contratación, mientras que la contratación temporal en Navarra era del 24,9%, en las personas de bajos ingresos alcanza el 50,6%. Igualmente destacable, es que un 1,5% declara que trabaja sin formalizar un contrato.
Las circunstancias laborales en particular y los bajos ingresos en general provocan que un 58,4% de estos hogares no pueda permitirse una semana de vacaciones al año; un 49,8% de los casos no pueda afrontar un gasto imprevisto; un 15,2% no pueda mantener la vivienda con una temperatura adecuada en invierno y el 16,9% tenga muchas dificultades para llegar a final de mes.
Salud y vivienda
El estudio presentado también analiza factores esenciales como el estado de salud o la situación en relación con la vivienda. Así, la mejora en Navarra de la normativa básica del Estado explica la universalización de la asistencia sanitaria. El nivel de cobertura de las personas con bajos ingresos alcanza el 99,6%. Sin embargo, presentan porcentajes ligeramente superiores en cuanto a la consideración de su salud como ‘regular’ y ‘mala’ con respecto al conjunto de la población, y un 13% declara no poder acceder a un tratamiento dental, a pesar de necesitarlo.
No obstante, el 67,9% de estas personas tienen una percepción de su salud positiva y el 25,3% de quienes valoran negativamente su estado de salud tienen alguna discapacidad.
La vivienda es otro factor clave en el proceso de inclusión de estas personas. El 5,7% de los encuestados tuvieron retrasos en pagos relacionados con la vivienda en el último año en que se centra la encuesta. Una cifra superior a la del conjunto de la población navarra que se sitúa en el 3,2%.
El régimen de tenencia de esa vivienda también ofrece datos significativos. En toda España el peso de la vivienda en alquiler es del 28,8% frente al 13,3% en Navarra, lo que refleja en general la mejor capacidad adquisitiva de Navarra respecto a la media estatal. Entre las personas perceptoras de Renta Garantizada (o anteriormente RIS) el porcentaje de alquiler se dispara hasta el 58,2%, lo que refleja que este régimen de acceso a la vivienda es clave para los sectores de bajos ingresos.
Dentro del hogar es preciso destacar también la carencia de algunos bienes de consumo, como por ejemplo lavavajillas (50,6%), conexión a Internet (39,7%) u ordenador (36,4%), que en los dos últimos casos son herramientas relevantes en el acceso al empleo, más aún en la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran muchos de estos hogares.
Hay un aspecto que también considera la encuesta, los escenarios relacionales que en muchas ocasiones sirven de protección frente a situaciones de dificultad. Un [AMdLA1] 82,5% de las personas encuestadas cuentan con alguien a quien acudir en caso de apuro. En la medición de este dato en 2013 entre el resto de la población navarra, esta red de ayuda se ampliaba hasta el 97,3%.
Los peores años de las crisis también han abierto brechas en las relaciones sociales. Así, un 16,3% de las personas objeto de la encuesta manifiesta que sus relaciones han empeorado durante la crisis. El asociacionismo en este sector de población tampoco es robusto: el porcentaje más elevado de participación se da en asociaciones de tipo cultural, al que pertenece un 7,4% de las personas entrevistadas.
Los hogares en los que viven menores de 16 años manifiestan más dificultades para llegar a fin de mes, hasta el 75,2% reconocen estos problemas, porcentaje que se reduce hasta el 69,9 en los núcleos familiares sin menores.
Los Servicios Sociales de Base tienen un papel relevante en la ayuda a este segmento de la población. Un 18,1% de los hogares con bajos ingresos (10.575) han acudido a los Servicios Sociales en el último año a la elaboración de la encuesta. Y en alguna ocasión anterior, hasta el 21,1% de los hogares (12.334) han visitado a estos servicios o entidades sociales. La mayoría, el 67,5%, lo hace para la tramitación de prestaciones sociales. Un 38,8% de estos hogares acuden a las distintas entidades sociales en busca de información y asesoramiento.
Una de las partes más innovadoras de esta encuesta, que es la primera vez que se pregunta en Navarra, es el bloque donde se indaga sobre el clima familiar y la crianza en estos hogares. En relación con el clima familiar el 93,8% de las personas entrevistadas considera que el tiempo de dedicación de la madre a la atención de sus hijos/as es suficiente, pero este porcentaje en relación con el tiempo de dedicación de los padres se reduce al 73,5%. De la misma manera un 93,1% considera que la madre se encuentra muy implicada en la atención a los hijos/as, pero en el caso del padre se reduce al 75,5% de las personas encuestadas (un 12,8% considera incluso que su implicación es poca o nula). Un hecho ciertamente negativo es el porcentaje de hogares en los que una o dos veces a la semana e incluso diariamente, los menores de 3 a 7 años se quedan solos, que sumando ambas situaciones alcanzaría el 7%.
Por último, como aspecto parcialmente positivo cabe destacar la evolución en el nivel de estudios respecto al padre o de la madre. Según el estudio, un 44,3% declara tener estudios superiores al padre, y un 46,9% al de la madre. Por el contrario, no es habitual tener menor formación que el padre (solo un 7,4%) o la madre (5,5%). Lo más frecuente es tener el mismo nivel académico igual que el padre, 48,3% o que la madre, un 47,6%. Como aspecto negativo, un 52% dice estar en peor situación laboral que su padre, y un 18% peor que su madre. Un dato que refleja a las claras el impacto del desempleo durante la crisis, más teniendo en cuenta que los niveles educativos han mejorado.