Por Félix Ruiz Allen
En marzo de este año Netflix estrenó Love, Dead & Robots. Una serie animada de dieciocho cortometrajes que recién va por su primera temporada, llevada a cabo por dos productores Tim Miller que debuta en Netflix y David Fincher que ya tuvo experiencia en series como House of Cards y MindHunters.
Aunque todos sean animados los cortometrajes no tienen correlación entre sí y la estética audiovisual no es la misma, eso es lo que la hace tan genial a la serie.
Lo violento, lo erótico, la ciencia ficción, el comic, la cultura under y la literatura están muy presentes en cada uno de ellos. Se hace imposible verla sin pensar en escritores como Philip Dick, Stanislaw Lem, Kobo Abe y Kafka.
Despliegan la imaginación de lo gore en todas sus formas posibles al igual que la diversidad de los títulos: El yogurt que conquisto el mundo, Testigo, Mas allá de la grieta, La ventaja de Sonnie, Piezas únicas, Los tres robots, La guerra secreta, Buena cacería, Mutantes, Necesito una mano, Trece de la suerte, Trajes, Historias alternativas, Vendrán por tu alma, Noche de pesca, Punto ciego, El vertedero.
En capítulos como “Testigo” o “Mas allá de la grieta” se puede apreciar una gran influencia del nihilismo basada en el concepto nietzscheano del eterno retorno. Todo carece de sentido y se repite sobre sí mismo infinitamente.
“La guerra secreta”, “Trece de la suerte” y “ La ventaja de Sonnie” son de los más bélicos presentando una estética de videojuegos.
Mientras que en “ El yogurt que conquistó el mundo”, “Trajes” y “El vertedero” se usa un humor absurdo con una estética naif similar a la de Pixar en sus cortometrajes.
Love, Dead & Robots hoy en día esta como la cuarta serie de Netflix mejor puntuada y bien merecido lo tiene los directores que lograron romper con total firmeza ética y conceptual el canon que satura la demanda audiovisual que los medios ofrecen.