El programa ‘Logroño Calles Abiertas’, impulsado por el Ayuntamiento de Logroño para redistribuir el espacio público durante la pandemia de la Covid-19 y cuyas actuaciones se van consolidando gracias al impulso municipal y al apoyo de la Unión Europea, ha sido recogido en la ‘Guía para planificar ciudades saludables’, editada por la Federación Española de Municipios y Provincias, FEMP, y el Ministerio de Sanidad.
La guía pretende mostrar ejemplos de cómo las ciudades avanzan en la promoción de la salud y prevención de la enfermedad a partir de criterios urbanísticos que contribuyen a fomentar entornos locales saludables y ayuden a profesionales, a técnicos y a las corporaciones locales en el diseño de ciudades más saludables para todas las personas. Según el propio documento, “el objetivo de este manual es ayudar en la toma de decisiones de las personas encargadas de construir nuestras ciudades”.
En la guía, que se puede descargar y consultar en internet (https://bit.ly/3IfQsf2), aparecen junto con Logroño otras ciudades como Barcelona, Pontevedra, Vitoria o Málaga, que muestran sus acciones y buenas prácticas en materia de movilidad sostenible y saludable.
Desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a la Agenda Urbana Española, las directrices de acción están trazadas a partir del marco internacional y, ahora, deberán ser enmarcadas desde los entornos locales. Asimismo, son documentos de referencia clave tanto el Plan Estratégico de Salud y Medio Ambiente como la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y de la Conectividad y Restauración Ecológicas a nivel nacional como a nivel local la Guía de Gestión de la Infraestructura Verde Municipal (FEMP-ASEJA).
Los concejales de Servicios Sociales y Desarrollo Comunitario, y Desarrollo Urbano Sostenible, Iván Reinares y Jaime Caballero, respectivamente, insisten en la necesidad, al igual que la OMS, de contar con un entorno social y medioambiental adecuado donde las opciones saludables sean fáciles de elegir. En efecto, el desarrollo de entornos saludables debe combinar, entre otros factores, un desarrollo urbano sostenible, así como la promoción de estilos de vida saludables a través de la oferta de atractivas áreas al aire libre, espacios verdes, una red adecuada para la movilidad activa y el acceso a servicios públicos esenciales.
Actualmente, dos tercios de la población europea viven en ciudades y se estima que para 2030 más del 80% de la población europea viva en áreas urbanas. Sabemos que el entorno en el que viven las personas afecta a su salud y a las oportunidades de desarrollo.
Tal y como señala esta guía, desde un marco de determinantes sociales de la salud y equidad es indispensable trabajar con un enfoque de entornos saludables. “Las ciudades se encuentran en una posición relevante para proporcionar liderazgo para la salud y el bienestar de la población, los Gobiernos Locales tienen la capacidad para influir en los determinantes de la salud y en las inequidades, por tanto, el ámbito local cobra especial importancia para la promoción de la salud”, explican.
Tanto la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el Sistema Nacional de Salud (EPSP) como la Red Española de Ciudades Saludables (RECS) destacan el entorno local como ámbito clave de actuación en el que poder trabajar intersectorialmente para posibilitar entornos más saludables.
Esta guía ha sido desarrollada por un equipo de personas expertas de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid en colaboración con el Ministerio de Sanidad y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), en el marco del Convenio para la potenciación de la Red Española de Ciudades Saludables y la Implementación Local de la EPSP, suscrito por el Ministerio de Sanidad y la FEMP.
Cuestiones que indica la guía
El urbanismo debe responder en cada periodo a la mejora de la salud
En efecto, desde las primeras Leyes Sanitarias, la relación entre la disciplina urbanística y la mejora de las condiciones de salud de las personas es estrecha. Por este motivo, se plantea una guía con el objetivo de ser una herramienta para la planificación de ciudades saludables, que ayude a afrontar y solucionar los actuales problemas de salud.
La importancia del entorno local respecto a la salud
La salud está condicionada, entre otros aspectos, por las circunstancias en las que las personas nacen, viven, crecen, trabajan y se relacionan, lo que se denomina determinantes sociales. Se llaman entornos a los lugares y contextos en los que las personas viven y se desarrollan, y éstos influyen, de forma directa o indirectamente, en la salud. El alcance de esta guía es el entorno local, las ciudades y sus barrios, ya que, en un planeta cada vez más urbano, condicionan y afectan directamente al bienestar, la calidad y la esperanza de vida de las personas.
La ciudad como entorno saludable
Logrando un entorno urbano seguro y sin contaminación, que facilite caminar e ir en bicicleta, con zonas verdes equilibradas y adecuadas, tanto en cantidad como en calidad, y distribuyendo las actividades cotidianas en redes de proximidad, muchos de los principales problemas de salud se verían reducidos considerablemente, tales como el sedentarismo, la obesidad, o las enfermedades cardiovasculares, respiratorias y de salud mental.
El urbanismo saludable es importante a lo largo del ciclo vital de las personas
Desde que nacen hasta que mueren, las condiciones de un entorno saludable mejorarán la calidad de vida en todos los rangos de edad de las personas.
La salud implica a todas las personas
Esta guía pretende ser la base para poner en marcha diagnósticos y planes de urbanismo saludable desde la administración local, con múltiples actores, sinergias entre departamentos y una amplia base de participación ciudadana, para que la ciudad se convierta en fuente de salud para todas las personas.
Contaminación
Actualmente el aire de las principales ciudades está contaminado, básicamente por la quema de combustibles fósiles. Para conocer su calidad se suele recurrir a las Guías de la OMS, que fijan diferentes valores según objetivos tanto para el material particulado (PM10 y PM2,5) como para el ozono, dióxido de azufre o monóxido de carbono. A ser posible, sería necesario considerar también el metano, el tolueno, los bencenos o los óxidos de nitrógeno, entre otros. También es importante la contaminación acústica. El ruido puede proceder tanto de fuentes naturales como artificiales. Entre estas últimas destacan en las ciudades los coches, las motos, los aviones, las obras, los trenes, las terrazas y, también, los bares. Los efectos sobre la salud son conocidos y van desde las molestias y las alteraciones de sueño hasta la hipertensión o determinadas cardiopatías. Recientemente, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética ha recogido en su artículo 14.3 la obligatoriedad de las administraciones públicas de más de 50.000 habitantes de implementar Zonas de Bajas Emisiones antes de 2023. En el documento Directrices para la creación de zonas de bajas emisiones (ZBE) (FEMP-MITECO, 2021) se recogen los valores límites de contaminación del aire y acústica publicados por la OMS, así como la metodología y recomendaciones para la implementación efectiva de este tipo de medidas. Pero no solo la contaminación afecta al aire y al ruido, también al agua y a los suelos. A pesar de que, precisamente, el alcantarillado y el agua potable han sido elementos que han contribuido al aumento de la esperanza de vida, todavía el problema no está resuelto en su totalidad. Para terminar, habría que mencionar la contaminación visual y la exposición a los campos electromagnéticos. De la primera hay muchos estudios realizados, incluso sobre normativa de publicidad en el espacio público. Y aunque, sobre la segunda existe una cierta controversia y no se han demostrado efectos adversos sobre la salud humana con la exposición actual, el principio de precaución debería ser considerado.
Envejecimiento de la población
Es un hecho constatado que en la mayoría de los países desarrollados la pirámide de población se ha transformado notablemente, ensanchándose por su parte superior y disminuyendo en la parte media e inferior. Esto evidencia una población envejecida, con requerimientos muy distintos a los de una población madura o joven. Además, el aumento de la esperanza de vida no se corresponde exactamente con un aumento en la calidad de vida o del bienestar. Así, en España, según datos de 2017, los años de esperanza de vida al nacer eran 83,25 mientras que los años de vida saludable se quedaban en los 63,87. Esta diferencia es muy significativa entre hombres y mujeres. Las mujeres viven más, pero con enfermedades crónicas en su vejez. Uno de los objetivos, por tanto, debería ser aumentar los años de vida en buena salud, en el sentido de envejecer pudiendo realizar el máximo tiempo posible aquellas actividades a las que se le da valor. Este planteamiento ha dado lugar al llamado “envejecimiento activo”, que deberá empezar a considerarse desde los primeros años y a lo largo de toda la vida de cualquier persona. Esto implica muchos aspectos que influyen en el diseño y la construcción de la ciudad, desde la reconsideración de las pendientes o las distancias entre actividades, nuevos servicios de apoyo y cuidados, hasta la creación de lugares de encuentro con otros grupos de población como, por ejemplo, la infancia, que deberán ser tenidos en cuenta.
Cambio climático
El cambio en el clima del planeta está ya creando importantes problemas desde el punto de vista de la salud de la ciudadanía. No solo por el aumento de temperaturas, que es el primero de los hechos constatados, sino también por modificaciones importantes en el régimen pluviométrico, en el incremento de episodios meteorológicos extremos, en una mayor frecuencia e intensidad de situaciones de bloqueo atmosférico que redundan en una mayor contaminación en nuestras ciudades, y en la reducción de la biodiversidad, entre otros. Va a ser necesario considerar los riesgos que éstos traen para las personas y proceder a la adaptación de los espacios urbanos y del modo de funcionamiento de las ciudades. El cambio climático va a traer consigo alteraciones y perturbaciones a distintas escalas. Por ejemplo, en la presencia de vectores transmisores de enfermedades y plagas que se correspondían a otras situaciones geográficas o temporales. Pero el momento actual es un momento en el que no solo hay que pensar en adaptar nuestras áreas urbanas a las temperaturas o al régimen de lluvias, sino también en cómo conseguir que no aumenten de forma crítica e irreversible, acciones englobadas en las denominadas medidas de mitigación. Y esto es necesario hacerlo sin perder de vista la salud ya que, de lo contrario, podríamos empeorarlo todo. Se trata de un objetivo en el que deberían intervenir muchas áreas del conocimiento, al depender de múltiples factores, con objeto de no cometer errores.